miércoles, 10 de noviembre de 2010

Antecedentes

Antecedentes
El comercio tuvo mucho que ver con los orígenes de la Era de las Exploraciones. Se trataba de encontrar una ruta marítima hacia Asia para traer a Europa occidental las especias de Oriente, que hasta ese momento llegaban por tierra, en caravanas que tenían que cruzar los territorios de los países asiáticos, y cuyo comercio en Europa era prácticamente un monopolio de los mercaderes italianos, fundamentalmente venecianos y genoveses.
En la esquina superior izquierda, el Mediterráneo oriental. Entre Irán y África, la península de Arabia, flanqueada por dos corredores marítimos naturales: el mar Rojo, al oeste, y el golfo Pérsico al este. Por ellos salían las naves al mar de Arabia, en el océano Índico, rumbo a Oriente.
Desde la Antigüedad se habían establecido dos rutas comerciales hacia el Oriente, el Este: una, marítima, que partía de Egipto e Iraq, y otra terrestre, la Ruta de la Seda. La primera, estacional, aprovechaba los vientos monzónicos: entre abril y junio partían las naves hacia Asia oriental, desde Suez o Basora navegando por el mar Rojo o el golfo Pérsico, respectivamente, hasta el mar de Arabia, donde el monzón del sudoeste –que sopla hacia tierra- las impulsaba hacia el océano Índico y el mar de China.[9] Unos seis meses después, entre octubre y diciembre, el monzón del nordeste –que sopla hacia el mar- facilitaba el retorno a los puertos de origen.
La Ruta de la seda, vía terrestre, hundía sus raíces occidentales en las costas del Mediterráneo oriental principalmente -Alejandría, Damasco y Alepo-, y del mar Negro, desde donde se internaba en Asia pasando por Bagdad y el sur del mar Caspio, recibiendo ramales de territorios interiores de hasta las proximidades del mar de Aral. De Bujará, en el centro de Asia, partía una derivación hacia Delhi y Agra en la India. Más allá de Bujara, en Samarcanda, al norte del Pamir, la ruta de la seda se bifurcaba de nuevo: por el norte, hacia Almaty; por el Este, recorriendo toda el Asia central, y bordeando el Himalaya, alcanzaba la ciudad china de Xian. Finalmente, desde aquí sendas vías terminaban en Pekín y Shanghái.
Desde las costas del Mediterráneo oriental la Ruta de la seda cruzaba toda Asia hasta Xian en China, y aún más allá, llegando al Océano Pacífico.
El acceso a esa inmensa vía de comunicación con Oriente solía estar cerrado en manos musulmanas. Alejandría, Alepo y Damasco eran un telón de acero infranqueable. Sólo entre mediados del siglo XIII y del XIV los europeos tuvieron libre acceso a Catay durante el apogeo del imperio tártaro de Kublai Khan, anfitrión de Marco Polo.
Las vías comerciales existentes traían las codiciadas especias, pero también las encarecían extraordinariamente por los innumerables tributos que se pagaban al cruzar tan vastos territorios. Y esto sin contar con avatares políticos, o incluso el bandidaje. Urgía resolver el problema: encontrar una ruta hacia el Poniente. Además hubo una serie de mejoras de las técnicas de navegación así como los avances en cartografía, navegación y construcción naval. El logro técnico que posibilitó la aventura fue la invención de la carraca y posteriormente de la carabela en la península Ibérica. Estos barcos eran una combinación de modelos tradicionales de navíos árabes y europeos y fueron los primeros capaces de salir del apacible mar Mediterráneo para hacerlo con cierta seguridad en aguas abiertas del océano Atlántico.
La organización social de los reinos de la península ibérica determinaba una empresa así. Las grandes familias tenían la institución del mayorazgo, por la que el primogénito heredaba las posesiones familiares. Los segundones podían dedicarse a la Iglesia o probar fortuna en la guerra contra los moros, en la que podían ganar honores y tierras con su esfuerzo. Al acabar la conquista se acabaron las tierras por conquistar, aunque se podía seguir la reconquista por el norte de África, la Mauritania Tingitana de los romanos. Portugal terminó su reconquista antes que Castilla y se lanzó a establecer colonias en el norte de África como paso previo a seguir la ruta por el sur del continente. Aragón, también terminó antes que Castilla y se lanzó a buscar la ruta directamente por el Mediterráneo.
La reina Isabel la Católica en su testamento encargó que la reconquista siguiera por tierras de África, pero el descubrimiento de la ruta a las Indias por Occidente (en realidad el continente americano) cambió los planes de estos segundones y abrió posibilidades inesperadas para continuar el ímpetu conquistador de los ocho siglos anteriores.

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